jueves, 24 de marzo de 2011

En El TAXI (4ta parte)

Con un poco de miedo entre al ascensor. Todos los espejos reflejaban mis expresiones de inseguridad, desconfianza y curiosidad. La adrenalina estaba en todo su apogeo y mi tic nervioso de morderme el labio de abajo estaba en su punto más convulsivo.

-Vamos al tercer piso. El piso de la excitación. Aquí es donde todo comienza- me dijo la chica.

Tan pronto termino su frase ya mi cuerpo estaba temblando como árbol en pleno huracán.

Los ascensores se abrieron y dejaron a la vista un piso en adoquines azules. El techo era negro y con estrellas simulando la noche. Todo era ambientado como si estuvieses al aire libre caminando por un paseo en donde se encontraban banquillos en madera, grandes faroles negros y una música suave pero muy, muy sensual. En ambos lados podías notar vitrinas como en las tiendas de ropa y zapatos. Pero a diferencia que no había nada a la venta. Mientras seguías la travesía por el paseo veías en las vitrinas mujeres bailando, hombres acostados en hermosas camas, parejas entretenidas en juegos sexuales, mujeres haciendo sus travesuras… vitrinas para todos los gustos. Te sientas en el banquillo de la vitrina de tu preferencia para deleitar uno de los sentidos más importantes de tu cuerpo…la vista y excitar el mayor órgano sexual del cuerpo… el cerebro. Y en este piso comienza todo.

Por donde empiezo? El pasillo tenía una distancia infinita (a menos que fuese una ilusión óptica) y los “tortolitos” se sentaron en un banquillo mas adelante. Bueno, ni modo a seguir caminando hasta que mi vista divise algo deleitante.

Que despampanante todas y cada una de las vitrinas. Los detalles y la ambientación eran indiscutiblemente placenteros. No podía decidir en cual banquillo sentarme pero siempre hay algo que llama la atención.

Esta vitrina desplegó todos mis sentidos. Cuando eliges y te sientas en el banquillo hay una pequeña mesa con lo que parece un intercomunicador. Tiene conectado un aparato como los que usan las secretarias. Te lo pones y tan pronto oprimes el botón todo lo que esta pasando en la vitrina tus oídos son cómplices. Además de que tienes la oportunidad de hablarles y ordenarles hacer lo que te plazca. Totalmente fuera de este mundo.

Temblorosa me senté en el banquillo y me puse el “hand free”. Tan pronto oprimí el botón pude escuchar todo lo que allí estaba ocurriendo.

Sorprendida con lo que estaba viendo y lo que estaba oyendo mi cuerpo sintió una electricidad combinada con escalofríos involuntarios.

Esta vitrina simulaba un parque. Esta pareja estaba sentada debajo de un gran árbol. Estaban besándose y acariciándose. Estaba viendo como la lengua de el era introducida lentamente en la boca de ella. Los dos sutilmente se acariciaban y se besaban apasionadamente. Lentamente el fue desabrochando los dos primeros botones de la camisa de ella hasta dejar al descubierto unos hermosos sostenes en encaje rosados. Mientras el la besaba iba metiendo sus dedos tocándole los senos y pellizcándole los pezones. Yo permanecí sentada en el banco en una pieza embelezada y sentía mis entrepiernas húmedas mientras el dejaba al descubierto el pecho de la chica. Mire a ambos lados todavía asustada, todavía insegura de lo que estaba haciendo. Ya la excitación me estaba devorando y divise a los que me trajeron a este lugar tocándose mutuamente como 4 bancos antes de donde estaba sentada.

-Déjate llevar, déjate llevar- mi vocecita interior me repetía una y otra vez.

El traje corto que llevaba puesto me favorecía en ese momento. Metí la mano por debajo y empecé a acariciar mis muslos hasta llegar a mi sexo húmedo ya preparado para hacer devorado. El hombre estaba saboreándose esos grandes pechos y no pude aguantar mas el tener que acariciarme profundamente y saciar mi necesidad de complacerme a mi misma. Cerré los ojos y por fin me deje llevar. No importando si alguien me veía o se deleitaba conmigo en vez de con las vitrinas.

Con los ojos cerrados solo pensaba en que yo era esa chica de la vitrina. Que ese hombre guapo y con cuerpo atlético me estaba lamiendo con furia mi sexo húmedo. Toda la escena que se estaba realizando en mi cabeza me hizo gemir de placer. Se me había olvidado que ellos podían escucharme al igual que yo podía escucharlos a ellos. De repente en mi oído se escucho una voz masculina.

-Espero que te estés disfrutando el principio de tu aventura-

Ajaaaa, dije con un gemido suave y deleitoso Un calor me sacudió el cuerpo a punto de estallar al notar que ese chico me seguía hablando al oído. Parecía como si estuviese a su lado. Me podía imaginar su aliento y como su susurro calido resonaba en mi oído. Y mientras me hablaba mi mano no cesaba de moverse. De repente oigo que el chico me dice que abra los ojos. Cuando abrí los ojos ella estaba bajándole la cremallera del pantalón y comenzó a jugar con el mientras ella introducía su mano en su ropa interior rosada. Mis sentidos estaban fuera de control. Sentí un hormigueo por todo mi cuerpo y gemí.

De repente el chico acostó a la chica en la sabana de cuadros rojos y blancos que tenían debajo del árbol y comenzó a desvestirla con mucha delicadeza. Lo que podía escuchar era a la chica gimiendo y gozando de placer. Mientras el le quitaba el sostén le iba besando los senos y pasando la lengua por sus pezones rígidos. Podía ver como el le mordía los pezones y ella gritaba. Al escuchar su grito mi piel se erizo. El siguió bajando y recorriendo su abdomen hasta llegar a su pelvis. Su lengua mojada le hacia movimientos circulares hasta que llego a su clítoris. La chica explotó en pasión y delicia.
Con la punta de su lengua con un movimiento suave y sensible la agitaba rápidamente. La chica desbordada de gemidos, gritos y chillidos me estaban desquiciando de lujuria y ansiedad. Que lamentable que no pude llevarme nada de las tiendas que se encontraban en el 2do piso.